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Illimani Patiño

20 mayo, 2019

¿Qué hay detrás de los ataques de Estados Unidos contra Huawei?

Este lunes los millones de usuarios de Huawei despertaron con una noticia devastadora: debido a las amenazas de sanciones por parte de la administración Trump, Google anunció que le retiraría la licencia de Android a la segunda productora de teléfonos móviles más importante del mundo. A esto se le sumaron importantes proveedoras de chips como Intel y Qualcomm, quienes tampoco seguirán supliendo a Huawei.

Pero este no es un hecho aislado, se trata más bien de algo que hace parte de la prolongada política anti-china con miras a retomar el rol de líder económico y tecnológico del globo propuesta por Donald Trump, rol amenazado por el nunca antes visto desarrollo científico y comercial del país más poblado del mundo en los últimos 15 años.

La política proteccionista de Trump se podría resumir en un control férreo de qué y quién puede importar y exportar, desde y hacia Estados Unidos, justificado (al menos nominalmente) en posibles amenazas a la seguridad nacional. Así, Huawei fue acusado de intentar espiar a los usuarios, las empresas y al gobierno norteamericano, aunque estas acusaciones han sido desacreditadas por más de 18 investigaciones.

Pero este no ha sido el único caso del gobierno Trump contra Huawei. En diciembre pasado, la jefe ejecutiva de finanzas Meng Wanzhou fue arrestada en Canadá ha pedido de la justicia estadounidense, por supuestamente haber violado las prohibiciones de comercio con Irán, otro de los países que ha sufrido fuertes sanciones por parte de Washington. En este caso tampoco han existido pruebas concluyentes.

Entonces ¿qué justifica las duras políticas de Trump contra Huawei? Algunos expertos como Ian Bremmer argumentan que uno de los puntos focales de la actual guerra comercial es el control de la tecnología 5G, en la cual China tiene una ventaja crucial debido a su profunda relación entre empresas privadas y el Estado, significando una inyección de capital mucho más grande que la de las compañías norteamericanas.

Para Estados Unidos esta es una cuestión clave porque significa la innovación más importante de la década, y quien la domine tendrá ventajas económicas, tecnológicas y militares indiscutibles. He aquí la importancia que da Trump a liderar este sector, donde el gobierno chino ya se comprometió a dotar a las compañías chinas de la infraestructura necesaria para tener un sistema funcional para 2022.

La otra cara de la moneda es que debido a la profunda interdependencia de ambas economías, las empresas chinas y estadounidenses prefieren una política de acercamiento y no de división en relación al desarrollo tecnológico del futuro. Por ejemplo, Huawei compra 11 billones en componentes de compañías estadounidenses, al igual que gran parte de los productos tecnológicos norteamericanos son ensamblados en China.

Sin embargo, es claro que Donald Trump quiere desarrollar una política de ‘America First’ a cualquier costa, con el objetivo de que las empresas estadounidenses vuelvan a ensamblar en Estados Unidos, buscando también que el país lidere la carrera tecnológica.

A pesar de que no ha habido ninguna prueba concluyente de una mala acción por parte de Huawei, las sanciones del gobierno norteamericano están llegando a un punto que podría significar el no retorno para la compañía. Pero más allá de esto, las sanciones tienen un componente ético pocas veces señalado: Estados Unidos se convirtió en una potencia económico y tecnológico en parte gracias al libre comercio, que se sustenta en la capacidad de cualquier individuo o empresa de negociar con quien quiera, independientemente de la nacionalidad y con las menores restricciones posibles. Ahora que está perdiendo la carrera tecnológico decide dejar este paradigma ¿es eso legítimo?

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