Avatar

Juan Pablo López

20 enero, 2013

¿Qué nos pasa con Instagram?

Es en serio, ¿Qué carajos nos está pasando en Instagram? sin darnos cuenta hemos caído más bajo que en casi cualquier otra red social. La gran mayoría de usuarios (me incluyo, a veces…) está rayando en la estupidez con inaportancias fotográficas basadas en clichés que quién sabe qué hipster puso de moda. No sé si sentirme mal o aceptar resignadamente que las modas virtuales rijan mi bienestar cotidiano, porque en algunas ocaciones siento abstinencia cuando dejo de obturar con mi smartphone lo que yo llamo un momento Instagram. ¿No les pasa? un paisaje radiante acompañado de unas nubes hermosas y lo demás es historia después de haberle metido un filtrico vintage, el desenfoque predecible y la iluminación que resalta la milagrosa luz de estudio a kilómetros de distancia.

Este inconveniente (Instagram) ya comprado por Facebook seguro agravara la crisis financiera, el hambre en África y la salud de Chavez (es decir, se aliviará) en un futuro próximo cuando el resto de la humanidad se contagie de estas manías tan “originales”. Y cuando digo manías, también podría decir tendencias, pero quizá el sinónimo más acertado sea idiotez. Por nombrar se me pasan muchas por la cabeza; empezaré con una que me hizo sentir muy mal debido a que es un cliché excluyente: Lo gatos. No tengo gato, lo cual empeora mis problemas de irascibilidad cada vez que suben miles de fotos del mismo jodido felino con variaciones milimétricas. Pero sobre esto no me puedo quejar. Sé que los gatos son inherentes a Instagram, como también las fotos que se toman las mujeres de sus coloridas uñas recién pintadas y de sus trenzas insípidas. Me pregunto qué pasaría si Instagram no existiera… ¿También le andarían restregando en la calle a la gente que no conocen sus uñas y pelos enroscados?

Otra bizarra tendencia es que aparte de creernos grandes fotógrafos ahora también tenemos una obsesión con lo gastronómico. Cómo putas se explica que una persona le tome una foto a cada plato de comida o a cada formita de capuccino que se ingestan. Entiendo también que los que desafortunadamente ya son padres de familia gocen de la felicidad que traen consigo los infantes, pero estos seres ya están abusando con principios pedófilos montando fotos de sus hijos con cada nueva acción que realizan, y si no es nueva pues tampoco tienen problema de repetirla; mucho menos si es en pelota.

En definitiva no sé qué nos pasa con Instagram, hype maligno que “eufemisa” la estupidez a un punto en que la aceptamos e incluso nos parece genial fomentarla. Mis únicas recomendaciones serán entonces que le pongan ojo a ese super close up que se hacen de su ojo, que cuando monten en avión no olviden tomarle la foto a la ala del mismo para que les crean que viajaron, y por su puesto, que capturen cada momento u objeto común (si se puede contra un espejo mucho mejor) como si fuese el último.

Comprueben cierta idiotez acá: @jplopezlive 

Y me curo en salud diciendo que «entre gustos no hay disgustos».

Twitter: @iHedonismo

Relacionados